ENTÉRESE USTED QUÉ SE SIENTE CUANDO UNA PERSONA RECIBE LA VACUNA CONTRA CORONA VIRUS

El temor a la implantación de un líquido extraño dentro del cuerpo causa dudas.

Testimonios de personas que han sido vacunadas contra la pandemia explican.

Las consecuencias del “pinchazo” ¿podría convertirse en algo letal posterior?. Ello aúin no se sabe. Se sabrá en el tiempo.

Tres peruanos viviendo en diferentes países del mundo recibieron la vacuna contra corona virus. Ellos son un médico del puerto de Chimbote que la recibió en  Londres, otra psicoterapeuta de Lima en la ciudad de Nueva York y finalmente una colega de prensa hoy radicada en el Estado de Israel, coinciden en las sensaciones generadas tras el primer “pinchazo”: sensaciones quese pueden traducir en tres palabras: Alivio, Alegría, Confianza. Pero, también, en perspectivas y dudas, porque aunque cueste, no se puede bajar la guardia, pese a estar vacunados.

El galeno Fabrizzio Canaval debe de ser una de las pocas personas en el planeta a las que llamaron a su celular personal para preguntarles si querían vacunarse contra la COVID-19.

Habían sobrado algunas dosis en un hospital de la ciudad de Londres, donde vive desde el mes de octubre, mientras estudia una maestría en salud pública, y pensaron que él sería idóneo para recibir la inyección, dado el esfuerzo que estaba realizando allí como voluntario en la campaña de vacunación para frenar el la pandemia mundial.

“Se supone que no me debía pasar. Yo colaboro aquí, pero no ejerzo la medicina, soy estudiante... El 8 de enero fue, probablemente, uno de los días más felices de mi vida”, ya que al sonar mi teléfono, al mismo tiempo que iba a comprar víveres, en medio de uno de los confinamientos más estrictos que vive Gran Bretaña como consecuencia de los embates de la pandemia.

También, con esperanza, que la curva de esta tercera ola empieza a doblegarse. El graduado de la Universidad privada “Antenor Orrego” (UPAO) añade que no dudó un segundo en aceptar el “pinchazo” que gran parte de la humanidad está esperando. Así como tampoco lo hizo, previo a ello, cuando decidió apoyar a su nueva y temporal comunidad. “Es la vocación de servicio... está mucho más allá de los riesgos”, expresó.

Canaval ganó recientemente una beca para estudiar en la “London School for Hygiene and Tropical Medicine”. Antes había trabajado en un hospital en las afueras de Trujillo- Perú y es por ello que pudo acopiar la experiencia en salud pública laborando para una oficina regional de UNICEF, lo cual desarrolló en la nación centroamericana de Panamá.

A los pocos días de arribar a Europa y terminar una estricta cuarentena monitoreada, comenzó su voluntariado. Al doctor no le está permitido ejercer la práctica, pero sí podía inocular a personal médico y a poblaciones vulnerables.

“La primera vez que cogí la cajita de la vacuna sentí claramente tener la ciencia en mis manos”, dice. Ni qué decir cuando él mismo la tuvo en su organismo. “A una amiga francesa, médico y voluntaria también, y a mí nos llamaron una tarde para decirnos que no se habían aplicado ciertas dosis y que si estábamos interesados en recibirlas. Que serviría para protegernos. Fuimos volando y no paramos de hablar de la suerte que teníamos durante los 15 minutos posteriores a la inyección, aquellos donde esperas alguna reacción. Nunca hubo una”. Como tampoco los días posteriores, según detalla.

En tanto, aguarda que pasen los días para obtener su segunda dosis, el Dr. Canaval reconoce haber recuperado la confianza, mas advierte que queda aún un largo camino.

“Esto es una situación que afecta a todos, no solo a uno. Yo tendré anticuerpos, pero el resto no y hay que protegerlos. Mascarillas y distancia social hasta el final”.

Por su parte otro testimonio es la de Gabriela León, su esposo chef y su hijo pequeño viven en Nueva York-EE-UU desde hacen 10 años. Ella trabaja desde el pasado año 2,016 en el “Maimonides Medical Center” desempeñándose como psicoterapeuta.

Antes de la pandemia, ella trataba casos relacionados con violencia y trauma de forma presencial. Cuando todo esto se desató, comenzó a tener consultas vía telefónica desde casa. En el mes de junio del fenecido año, sin embargo, le pidieron volver.

“Entonces hubo tensión y miedo. Muchos renunciaron y otros regresamos, pero preocupados. Me adapté lo mejor que pude, aunque hubo una angustia constante”, detalla. Al formar parte del personal médico, Gabriela fue vacunada el último día del mes de diciembre.

El proceso, según lo vivió, narra ella, fue de la siguiente forma: “Una llega, te preguntan por 15 minutos los antecedentes médicos, alergias, si se encuentra embarazada, si he tenido previamente COVID. Y luego viene la inyección. En ese momento yo me sentí emocionada y privilegiada. Soy consciente de que los países en desarrollo como Perú tendrán acceso a las vacunas tardíamente. En África, quizá, no lleguen hasta el próximo año. Entonces, no me queda nada más que estar agradecida”, afirma.

Ella hoy siente alivio, tranquilidad, alegría y fe de que las vacunas acabarán con la pandemia. “Y si me llego a contagiar, pues bueno, al menos tengo la confianza de que no desarrollaré síntomas graves. De que podré superarlo”.

Yendo al otro extremo del mundo, especialmente al Estado de Israel da como su testimonio Pamela Montes, una periodista que sirvió para un medio de prensa limeño, en donde expresa: “Yo pensé que no iba a hacer esa ridiculez de sacarme un selfie el día que me vacunaran, pero no pude evitarlo. Estaba emocionada. Lo sentí hasta histórico”. La comunicadora social, radicada desde hace cinco años en Israel y madre de dos niños, recibió la primera dosis de la vacuna de “Pfizer-Biotech” como parte del potente programa de inoculación que el Gobierno israelí viene desarrollando. Israel, de hecho, es el que más población tiene vacunada en el globo: al menos el 40% de sus nueve millones de habitantes.

Según ella da cuenta, primero se convocó a personal médico, a poblaciones vulnerables y a profesores. “Recientemente nos tocó a los de mi generación, los de 40 años. Mi esposo y yo sacamos una cita en línea, fuimos a un centro comercial, que es donde lo están haciendo porque tienen amplios espacios. Me hicieron mil preguntas de mi pasado y luego el “piquetito”. Una agujita delgadita. Luego te piden que esperes 15 minutos. Eso fue todo”, detalló.

Ella contextualiza la situación en aquel Estado, que muchos consideran privilegiado: “Israel siempre ha estado muy ligado al avance y al conocimiento científico. Al inicio de todo se aseguraron de garantizar vacunas para todos. Aquí la mayoría está dispuesta a colocarse una, aunque existe un sector ultraortodoxo que no solo no las quiere, sino que desde el principio ha rechazado cualquier tipo de cierre. Es en las zonas donde residen que las tasas de contagios son altísimas”.

La vacunada reconoció que al principio de la pandemia tuvo dudas sobre si inocularse o no, pero que con el pasar del tiempo dichas dudas e incertidumbres fueron desapareciendo, basada en abundante información a la que pudo tener acceso.

“Ya estamos bastante cansados de todo esto. Cierres, restricciones, separación de familia y amistades. Tenemos fe en la ciencia y, al menos en mi casa, nos la hemos puesto con esperanza. Ojalá que la mayoría se anime a hacer lo mismo en cuanto se pueda”.

Cabe finalmente indicar que la periodista en Israel al recibir la  aplicación de la vacuna contra corona virus tuvo un leve dolor en el brazo por dos días.

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